Ahora que empieza la temporada de playa y brazos descubiertos, los gimnasios andan repletos de todo tipo de gente, y no todos movidos necesariamente por el mismo motor de quemar esos kilitos y cuidar su salud.
Así podemos encontrar al fortachón que anda mirándose todo el tiempo en el espejo y quiere alzar todo el peso de la barra, gritando para que todos se enteren claro. A la chica regia que cada día estrena conjunto nuevo y en combinación con las zapatillas y las medias. Al flaquito empeñoso que sueña con engrosar al menos un par de centímetros, aunque mas efectivo le sería quedarse en el cafetín. A la ejecutiva que va para desestrezarse un poco del trabajo del día, aunque se la pasa haciendo llamadas por celular. Al patín que se ha matriculado específicamente para ir a mirar flacas y a ver si por casualidad le pinta algo, cosa que no sucederá. A la gordita que quiere ver si este año logra entrar en el bikini. Al guapo que a nadie le importa si le sobran uno o cinco kilos porque para todas está como quiere. A la flaquita que anda detrás del instructor para que le arme su rutina y le de sus dietas de engorde. Al amiguero que se la pasa saludando y conversando un ratito con cada uno. A la modelito que al verla uno reafirma su fe en el gimnasio. Al antipático que se jura mas o menos y anda mirándose los bíceps. A la antipática que justo quiere usar la máquina que uno está usando y siempre te propone intercalar. Al pesado que lleva su cd de trance para que lo pongan mientras entrena. A la tía que disfruta viendo como los chibolos sucumben a sus encantos. Al mañosón que observa sigilosamente a las mujeres. Al par de amigos que coquetean como si no salieran a bañarse e ir a ver a sus respectivas enamoradas. Al par de amigas que usan el gimnasio de punto de encuentro porque lo que mas hacen es parlotear y por eso salen del gimnasio igualitas que cómo entraron y siempre se preguntan por qué.
Es bueno ir al gym, al menos si es que no adelgazas, te habrás divertido.
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