jueves, 27 de noviembre de 2008

Ruidos impertinentes


Llegas tarde de una fiesta, así que te sacas los zapatos y abres sigilosamente la puerta de la casa para no despertar a nadie, específicamente a tu mamá o en casos peores a la esposa, y tu perro que suponías profundamente dormido empieza a ladrar y sale corriendo a recibirte. Si no tienes perro tampoco estás a salvo porque alguna de las puertas va a hacer ese chillido "iiiiiiii" que te recordará mañana mismo echarle aceite, aunque sea de cocina. Si has sido lo suficientemente cauto de aceitar todas las puertas, lo que puede pasar es que te tropieces con alguna alfombrita, o te resbales y en tu intento por no aterrizar de cara habrás boicoteado tus intenciones de pasar desapercibido, léase salvar tu pellejo.

Llegas tarde, esta vez a la misa, y justo de un matrimonio, y pretendes que nadie se de cuenta de tu tardanza, pero los taquitos de tus zapatos van a sonar como si estuvieras martillando, y aunque inmediatamente empieces a caminar de puntitas, todos ya abran volteado a mirar quién llegó tarde.

Estás oyendo una charla muy concentrado y justo te empiezas a ahogar, supongo que en tus propios pensamientos, y no sabes cómo evitar toser, pero es la única solución, y vas a tener que toser y toser y toser porque no se te pasa. Aunque eso no es tan malo como que te quedes dormido y eches un ronquidito.

El celular acostumbra ser un ruido impertinente, ya sea que suene en el cine, en la misa (peor si es en la misma que llegaste tarde), en una clase, en una entrevista de trabajo, o mas grave aún, en un asalto.

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